sábado, 14 de diciembre de 2019

EL ESLABÓN PERDIDO QUE APRENDIÓ A OIR.


Hasta ahora era un misterio como un sistema tan delicado de audición como el que se da en mamíferos evolucionó desde el sistema auditivo rudimentario que tenían nuestros antepasados los reptiles.

Se cree que esos huesecillos del oído se formaron a partir de huesos presentes en la mandíbula de los reptiles. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Science este jueves y recibidos como un hito en el campo de la paleontología por la comunidad científica.

El estudio se basó en los restos de seis animales individuales, proto-mamíferos del Cretácico temprano que llamaron "Origolestes lii".

Estas especies  vivían junto a dinosaurios y eran parecidos a roedores, tanto en tamaño como en apariencia, según se especificó. Los reptiles usan sus mandíbulas para masticar y transmitir sonidos externos a través de vibraciones a sus cerebros, a diferencia del sistema auditivo más delicado y complejo en mamíferos. Este último incluye huesos martillo, yunque y estribo responsables desde la apreciación musical en humanos hasta la ecolocación en delfines.

Los científicos han planteado la hipótesis de que el llamado "desacoplamiento" del sistema auditivo y masticatorio eliminó las limitaciones físicas que los dos procesos se imponían entre sí, permitiendo a los mamíferos diversificar su dieta y mejorar su audición.



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