jueves, 12 de diciembre de 2019
Entrevista de la neuróloga Elena Zapata
Para empezar me interesa saber, si te costó elegir la carrera o era algo que tenías bastante claro.¿La tenías como primera opción?
Tengo que confesar que Ana Retamero influyó mucho en mi para decantarme por medicina; su ilusión, motivación y confianza en mí me hicieron pensar que quizás si podría estudiar medicina. Siempre la tuve como una opción vocacional, pero lejana pues hacía falta mucha nota para entrar y no me veía del todo capaz de superar asignaturas como física y matemáticas. Sin embargo, tuve mucha suerte en bachillerato y los profesores que tuve me motivaron para sacar las mejores notas y me ayudaron siempre que lo necesité. Muchos compañeros de facultad tenían familiares médicos, no era mi caso. Apenas sabía de qué iba la carrera en sí, pero sí tenía claro que me gustaba el área científica y ayudar con mis conocimientos a los demás, y en eso medicina es la mejor vía. Cuando acabé bachillerato tenía claro que sólo quería medicina y sino hubiera entrado, habría realizado selectividad hasta entrar.
Al ver tu nota tan excelente en el MIR, me gustaría saber si realmente era un suplicio o se te hacía ameno, ya que, era lo que tu querías para tu futuro.
La verdad es que ni un suplicio ni ameno sería la definición de la preparación MIR. Lo recuerdo como una etapa dura, con necesidad de pasar muchas horas estudiando, descansando poco, pero en medicina la capacidad de sacrificio es parte del camino. Sabía que si me esforzaba lo suficiente, en 6 meses podría dedicar mi futuro profesional a la especialidad que deseaba. Los fines de semana tenía clase en la academia y me encontraba con mis compañeros que estaban en mi misma situación y eso me permitía recargar pilas para el resto de semana, porque compartimos los mismos agobios y miedos y eso ayudaba a rebajar la tensión. No lo recuerdo como la mejor etapa de mi vida, pero tampoco como un infierno, durante la carrera ya vives épocas de mucho estudio, en el MIR la diferencia es que se prolongaba, pero si habías luchado 6 años, otros 6 meses valían la pena.
En el momento en el que fuiste becaria ¿cómo veías a tus superiores en esta situación?¿Querías dedicarte a lo mismo que ellos?
Pues siento decirte que mi época de becaria de investigación fue de lo que menos me gustó. Me encanta el contacto con el paciente, y en ese momento apenas tenía función clínica por lo que se me hizo un poco cuesta arriba. Mis superiores si combinaban la parte clínica y la investigadora, y desde luego sí que quería alcanzar esa meta. Los conocimientos clínicos te permiten identificar preguntas y necesidades científicas que puedes aplicar a la investigación. Ese era mi objetivo cuando hacía sólo investigación, y aunque en el momento que sólo me dedicaba a ello lo detestaba, me enseñó muchas cosas que no había aprendido previamente, me permitió publicar artículos científicos importantes, conocer gente que me ha ayudado posteriormente y me ha enriquecido como médico y como científica. Ahora que lo veo con perspectiva creo que me benefició y me permitió mejorar con respecto a otros compañeros. Ahora hago investigación clínica y trato a pacientes, he conseguido mi objetivo y aquel año de becaria me ayudó a ser lo que soy hoy.
¿Te sientes gratificada al ser la pionera, en Andalucía, en realizar esa especialización?
La verdad es que no suelo pararme a pensar en el hecho de ser o no pionera, sino en la consecución de mis objetivos profesionales. Me siento profundamente feliz y gratificada de haber alcanzado un sueño laboral como es ser neuróloga y neurorradiología intervencionista, porque creo que ofrezco una visión integral a mis pacientes, basado en un conocimiento amplio de la patología. Creo que tengo suerte de vivir este momento en el que por fin se nos permite avanzar en esta dirección y espero que mi camino ayude a otros como yo para que seamos cada vez más. Quizás dentro de unos años mire hacia atrás y valore todo lo que conseguí, pero hoy día aún me queda por mucho por hacer y espero seguir rompiendo barreras al respecto.
¿Trabajas frente al público? De ser así, ¿cómo se siente al tener la salud mental de los pacientes en tus manos?
Como neuróloga y ahora como intervencionista, la salud mental del paciente no es la parte más habitual de neurología del paciente. La neurología se encarga de la sintomatología debida al daño de partes concretas del cerebro de manera objetiva. Es decir, no veo a pacientes con depresión o psicosis, salvo que el daño del cerebro se lo produzca, por causas habitualmente tratables. Vemos pacientes que tienen temblor por una enfermedad de Parkinson, o a alguien que no habla bien por un ictus isquémico. En cualquiera de los casos, si que trabajo de cara al público, diariamente me dedico a tratar arterias que se cierran o que se rompen, las intervenir a través de “cateterismos a nivel cerebral”, curando en un porcentaje elevado de los casos las enfermedades de los pacientes, y me siento gratificada al poder ayudar a mis enfermos cuidándolos o ayudándolos a mejorar su calidad de vida.
¿En algún momento has tenido una mala experiencia, trabajando?
Si, no he tenido una, sino varias y seguramente vengan más. El respeto es la base de la relación médico-paciente, y en ocasiones esa parte de dicha relación se ve menoscabada por las situaciones de tensión que experimentan los familiares. Las agresiones a médicos están a la orden del día, y si bien nunca he recibido ninguna agresión física, las faltas de respeto verbal existen. Sin embargo, el objetivo de mi trabajo es ayudar siempre a la persona que tengo en mis manos, el comportamiento de sus familias o el del propio paciente no me hace desviarme de mi objetivo. Aún así, tengo que decir que la mayoría de veces no tengo absolutamente ningún problema, aun en situaciones médicas complejas, pues uso la empatía, la sinceridad, la cercanía y el respeto como parte de mi forma de relacionarme con mis pacientes y eso me permite trabajar con total tranquilidad.
¿Has sufrido en algún momento duda sobre como reaccionar frente a una situación?
Al principio de la residencia cuando por fín te enfrentas a la vida real, me costaba comunicar malas noticias. Tuve que encontrar la manera de informar a la familia o al propio paciente de aquellas situaciones menos amables. La experiencia me ha ido enseñando la mejor manera de relacionarme con mis enfermos, y las malas noticias nunca desaparecerán de mi profesión, pero he entendido cuando no pueda curar, aliviar y consolar también ayudarán a mi enfermo.
¿Qué les dirías a las personas que tienen una Esclerosis Múltiple primaria o secundariamente progresiva, que no disponen todavía de medicación efectiva que frene el curso de su enfermedad?
Siguiendo con lo dicho anteriormente, “ el médico cura a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”. Aunque estos dos tipos de esclerosis múltiple tienen un pronóstico menos favorecedor, es cierto que avanzamos a pasos agigantados a diario, y ya podemos ofertar algunos tratamientos que ayudan a retrasar la evolución de la enfermedad. En cualquier caso, la información que se le concede al paciente depende de su necesidad o petición de la misma. Si el paciente quiere más información se le dará y si prefiere menos también se respetará su decisión. Manejamos estadísticas y habitualmente conoces a los pacientes que tratas, suelo ser bastante sincera, porque la información ayuda a decidir otros aspectos de la vida del paciente, por ejemplo si quiere tener hijos. Es normal que cuando informas de algunos diagnósticos el paciente se derrumbe, el médico debe estar para consolarlo, y ayudarlo en todo lo que científicamente pueda desde la base de la empatía.
Por último me gustaría saber si ha merecido la pena todo tu esfuerzo para llegar hasta aquí, ¿estás realmente contenta con tu trabajo?
La respuesta es un si rotundo. Las horas de estudio previas y las que sigo realizando a diario, me compensan totalmente cuando salvas la vida de alguien, o le ayudas a soportar su dolor o le das esperanzas en su camino. Todo eso que damos, se nos devuelve a diario, y aunque hay que estudiar bastante para ser buen médico, desde luego que si tuviera que elegir de nuevo, escogería medicina, neurología y neurorradiología intervencionista sin dudarlo. Recibir las gracias de una madre o de un hijo al que le he salvado su familiar siempre siempre dará sentido a mi trabajo y a mi vida.
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